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Gastronomía, Intolerancia, e Idiosincrasia Peruana

Publicado: 2012-02-03

Idiosincrasia, según el DRAE, es el conjunto de Rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad.

La intolerancia es la falta de tolerancia, lo que para efectos del presente artículo, no es sino la falta de respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

Gastronomía, según la misma fuente, es el arte de preparar una buena comida.

En esta última semana estas tres palabras se han juntado de una manera explosiva, preocupando a muchos sociólogos y ciudadanos acusiosos, quienes no pueden ocultar su asombro ante la variedad de expresiones suscitadas a colación que un escritor peruano de no mucho recorrido, vertiera a la prensa española: “La comida peruana es indigesta y poco saludable”…

Al margen de que ese argumento pueda ser desbaratado con invitarle una papa a la huancaína o una causa de pollo o incluso tiraditos y ceviches no muy condimentados, es cierto que existen una cantidad importante de platos que podríamos considerarlos algo indigestos y en algunos casos poco saludables (muy condimentados y/o cargados de grasas y/o harinas).

Por ejemplo, no es recomendable comer de noche o en gran cantidad, platos como “carapulcra” o “tacu-tacu”. Un desayudo típico dominical limeño con “chicharrón, sangrita, pan y tamales”, o su homologo arequipeño "Adobo de Cerdo", son una “bombita” y si decides almorzar y cenar, por ejemplo, en el delicioso restaurante “Fiesta” todos los días, es seguro que, al margen de lo que pidas, definitivamente aumentaras de peso antes de cumplir la primera semana.

Entonces, en parte, la opinión del escritor puede ser sustentada, y aunque muchos podrían estar totalmente en contra, o incluso considerarlo verdadero, pero inadecuado en un contexto internacional como el que se dio, lo cierto es que el escritor en cuestión estaba y está en todo su derecho de opinar sobre la comida de su propio país, la cual, además, conoce desde niño, pero sobre todo porque siempre en una sociedad civilizada debe imperar la Tolerancia. 

Que sea malo, bueno o regular como escritor, o que sea simpático o antipático como persona, no lo exime del derecho de emitir una opinión y menos aún la descalifica. Los demás, civilizadamente debemos respetarla, lo que quiere decir, criticarla, ignorarla, corregirla o validarla, pero No llenar de insultos a la persona.

Definitivamente es deplorable, la forma cómo muchos peruanos (incluso líderes de opinión) se han expresado de él como persona. Si su argumento es inválido, pues, entonces que cualquier persona correcta y civilizada, esgrima otro más lógico, o mejor sustentado, tal que lo desbarate y lo deje en ridículo incluso.

Pero no es civilizado hacerlo insultando a la persona y pretendiendo que ello descalificará la opinión.

Curiosamente, muchos de los comentarios que he visto, provienen de aquellos “conocidos” o incluso “amigos” que al recibir “nuestro” sustento del porqué tras la fatídica primera vuelta electoral y luego de analizar la situación cuidadosamente, decidimos expresar nuestro apoyo al voto en blanco o a la candidatura de Ollanta Humala.

Aquella vez, nunca se nos demostró que efectivamente era menos malo votar por Fujimori, simplemente se nos destruyó personalmente, con argumentos tan díscolos, como que hasta incluso como cada quien es su vida privada ha cometido faltas o incluso delitos como podría ser el de “coimear” a un policía, entonces quedábamos descalificados para renegar o acusar la inmensa corrupción y maldad fujimorista.

Aquí la cosa es más suave, pero no menos polémica ni cargada de menos rabia e ira contra la persona, no contra su pensar, no con argumentos sólidos contra ese pensar, si no solamente con insultos irracionales cargados de odio y rabia inexplicable hacia la persona, como una catarsis de la vida personal, quizá algo frustrada de cada uno, que tal vez, haya devenido en uno de los principales rasgos de la idiosincrasia peruana: “No pierdas el tiempo en demostrar que eres mejor que el otro, en demostrar que tu pensar es efectivamente mejor, mantener tu estatus-quo (por mediocre que sea) es mejor que cualquier cambio, por ello,  ocúpate en destruir a la persona… y si finalmente no puedes, tira barro no más y a discreción, que así, todos pareceremos igual de sucios…


Escrito por

Jorge Irribarren

Ingeniero Industrial, Master en gestión de empresas. Especialista en MKT Estratégico de alimentos y bebidas.


Publicado en

Beber y vivir bien

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